LA VILLA DE CALPE EN 1728
Por considerarlo de interés y como un documento más que
contribuya a un mejor conocimiento de nuestra villa, incluimos en estas páginas
el artículo publicado hace algunos años por el historiador Laureano Robles
Carcedo afincado en Calpe hace más de 20 años y al que tengo el gusto de
conocer desde mi etapa de Concejal de Cultura.
El otro día, revolviendo papeles en el Archivo Municipal de
Valencia, en búsqueda de mil cosas, tropecé con un documento de gran interés
para conocer la historia pasada de Calpe. Lo transcribo paleográficamente para
que pueda percibirse mejor el sentido y calor humano de quien lo redactó. Dice
así:
"Muj Ille. Y Noble, y Siempre fiel, y
leal Ciud. De Valª.
Illes. S. S.
La villa de Calp, por medio de sus Alcalde, y
Rexi.s Suppte. A los pies de V.SS. con el devido Rendimto. Posible, como mejor
puede dice que:
Hallándose, con necessidad, por la epidemia
que está padeciendo, por sus muchas enfermedades, de calenturas malignas,
Terciarias, dobles y sencillas que exeden de siento, y cuarenta enfermos, en
vecindario corto que no alcansa a sien vecinos: según es dever de ello, por las
certificaciones que presentó al Ille. Cabildo, y al Sr. Intendente de dicha
Ille. Ciud. Firmadas del médico, y cura, de dicha Suppte. A 22 de Agto. De este
año: pues por averle faltado la Pesquera en los años inmediatos pasados, de la
que se mantenian, y tener pocas cosechas, que en jamás les basta para pagar sus
débitos Rca.s y ser su término secano: se allan sin Alimtos. Y sus camas de la
maijor parte de ellas son esteras. Y en el suelo: por cujos motivos se an
originado dichas enfermedades por lo qual acude al Paternal Amparo de V.SS.
Y Rendidamte. Suppª a V.SS., se dignen
açerle caridad, mandando dar una limosna a los Supptes. E a sus enfermos, e, o,
aquello que fuere del agrado, y pareciere justo a V. SS. Para que con ella, y
con la espera Ille. Cabildo, y del Sr. Almirante, Marques de Ariça, dueño de
la Suppte. Puedan recobrar la salud que les convenga, y obviar dichas
enfermedades, mediando la Divina Providencia, de Dios Nueso,Sr., açi espera
lograrlo de los Caritativos Pechos, Jus y Recto obrar de V.SS. Cum sic et liset"
(1)
Se trata, como puede verse, de un Memorial escrito
materialmente por el que entonces fuera párroco de la ilustre villa, a
instancias, sin embargo, de su Alcalde y concejales del Ayuntamiento. Por él
podemos saber que Calpe tenía en aquel entonces unos cien vecinos:
aproximadamente unos 500 habitantes, poco más o menos, que Vivian
exclusivamente de sus campos y de la pesca. La mitad de su población estaba
enferma en agosto de 1728.
Nada menos que 140 de sus habitantes se hallaban postrados en
cama, acosados de fuertes calenturas, fiebres terciarias producidas, según el
informe por la fermentación de los colchones de esparto sobre los que se
dormía. Sus casas, casas de labranza y de pegujaleros, carecían de los más
elementales medios de higiene moderna. La falta de agua, de alimentos frescos,
el calor que todo lo putrefacta, y mil cosas más hicieron que se produjera la
epidemia de que nos habla el documento transcrito.
Tras haberlo leído, consulté a continuación los libros de
Actas de Sesiones del Ayuntamiento de Valencia, para ver si efectivamente éste
se hizo eco de la ayuda solicitada, y tuve la satisfacción de poder constatar
que así fue. Efectivamente, en la sesión celebrada el 11 de septiembre de
1728, se leyó el Memorial escrito por la Villa de Calpe y dirigido al Cabildo
eclesiástico de la Catedral de Valencia, que a su vez lo remitía al Alcalde de
la Ciudad el 9 de Septiembre de dicho año (2).
La lectura del libro de Actas de sesiones del Ayuntamiento de
Valencia nos permite saber, por otro lado, que el entonces Alcalde, Blas Jover
Alcázar, y sus regidores o concejales, el Marques de Torresoto, Francisco José
Minuarte, Sebastián Xulvi, Juan Bta. Bordes, Antonio Pasqual, Juan Crisóstomo
Granell, José Francisco Ramón y Miguel Sesse acordaron conceder una limosna de
50 libras a la villa de Calpe, para atender a los enfermos más necesitados. Al
Procurador General de la Ciudad Marqués de Torresoto, se le encomendó ponerse
en contacto con el Canónigo Capitular de la Catedral, para que, entre ambos,
arbitraran la fórmula más idónea de poder hacer llegar el dinero a la villa
de Calpe, evitando todo posible contacto y aislamiento, para que la epidemia no
se propagara a los pueblos vecinos.
El documento no nos dice más. De cara a poder reconstruir un
poco la historia pasada, es preciso comenzar por recuperar la documentación
perdida, dispersa y olvidada un poco por todas partes, sin lo cual no es posible
hacer nada. Los pueblos tienen historia si la han dejado escrita en documentos
que nos permitan saber cuanto hicieron en su pasado.
Laureano Robles
Universidad de Valencia
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