miércoles, 13 de diciembre de 2017

El raid de 1911

El raid Valencia-Alicante-Valencia de 1911
Creemos no equivocarnos si afirmamos que el primer rally de aviación tuvo un aeródromo, más bien una simple pista de aterrizaje, en la playa de la Fosa.
La idea de esta competición se le ocurrió a la Comisión de festejos del Ayuntamiento de Valencia con motivo de la Feria de Julio de 1911. Se estableció como pista de despegue la playa de la Malvarrosa, donde se compactaron 200 metros, e incluso se pidió ayuda al ejército, para que la “pista” no fuera invadida por el gentío. El Ayuntamiento levantó dos tribunas para acceder previo pago de una peseta, que se les quedaron prácticamente vacías ya que el espectáculo era visible por toda la playa.

Se inscribieron cinco aviones, pero sólo tres despegaron, los pilotados por Le Lasseur de Ranzav, Gregorio Campaña y Pablo Weis.
La salida estaba programada para las 8 de la mañana del día 29 de Julio, despegando el Bleriot 12, de Lasseur, que después de elevarse a una altura de 500 metros, tomo rumbo a Alicante. A continuación fue Gregorio Campaña quien tomo la salida y tras elevarse para virar, una racha de viento lo hizo caer al mar a pocos metros de la orilla, Suerte parecida acompañó a Weis, quien tras elevarse unos 300 metros se perdió en la bruma regresando media hora más tarde desorientado  en la neblina. Así fue el francés Lasseur el único que logro llegar a Alicante.
Al día siguiente, el aviador suizo Weis tras un nuevo intento logro llegar al poblado del Saler, regresando de nuevo a la Malvarrosa. Ese mismo día, a las 9 de la mañana, salió de Alicante Lasseur. Cabría decir que desde cada pueblo donde se observaba el paso del aparato, se mandaban telegramas; Benidorm a 9 y 15, Altea 9 y 30, Benisa a las 10, Oliva a 10 y 5, etc.,

A la vuelta de su hazaña. De hazaña se podía calificar volar en aquellos años con los medios que tenían. Lasseur comentó que de Valencia a Dénia no encontró ningún lugar apropiado para aterrizar en caso de emergencia. Por Calpe, donde como hemos dicho, se había habilitado una pista en la playa de la Fosa para aterrizar, Lasseur comenta que en Calpe ni tan siquiera vio la pista y como el aparato funcionaba perfectamente y  tenía suficiente gasolina para llegar a Alicante, continuo la ruta. Tardo una hora y cincuenta minutos.

Como detalle curioso de su viaje de regreso, contó que a su paso por Calpe, una bandada de palomas le siguió durante bastante rato, rodeando a veces al aparato. La explicación de por qué no vio la pista de la Fosa, la encontramos en otra crónica del Diario Las Provincias del Lunes 31 de Julio de 1911. Esta reseña firmada por Ferrer nos dice que salieron en automóvil desde Madrid “ El viernes pasado, á las dos de la mañana, por la carretera de Madrid salía á toda marcha un poderoso automóvil Berliet de 22 HP.
En él marchaba, para tomar parte importantísima en el raid de aviación Valencia-Alicante-Valencia el propietario de dicho automóvil don Francisco Nogués, á quien acompañaban el secretario del Real-Automovil-Club Valenciano D. Cayetano Hernández y el distinguido sportman D. Jacobo Nebot”.
Más adelante nos cuenta; El auto iba a una velocidad grande: momentos de 80 kilómetros por hora; los árboles, las barracas, pasaban en la sombre con rapidez de fantasmas de ensueño en la solitaria carretera”.
“¡Rara sensación¡ Como si granizase, como si cayese una lluvia de finos perdigones, sentimos azotados nuestros rostros, a pesar de la “ escafandra” que cubre nuestros rostros. Esto ocurría por Sueca y Cullera; tan extraña cosa eran ¡los mosquitos¡, que a millones eran atropellados por nuestra velocidad, cuando acudían atraídos por los poderosos faros del auto”.

El cronista nos cuenta hechos y sensaciones de la época; “ En la obscuridad de la noche, los faros del carruaje parecen dos misteriosos y formidables seres que vuelan como por arte mágica. A lo lejos iluminan con gran claridad los objetos. Veíamos á gran distancia algún carro que en nuestra dirección venia, y podíamos así avisarle, á la vez que moderábamos la marcha.
Esta moderación es indispensable hasta por propia seguridad, porque á veces, ni la formidable bocina del auto, ni siquiera el típico taf taf, ni el espanto de las mulas que se acercan, son bastantes á sacar de su séptimo sueño al carretero tranquilo, que no se ha acostumbrado todavía á pensar que puede encontrarse automovilistas por los caminos”.
Finalmente, en su llegada a Calp nos cuenta; la concurrencia aumenta conforme nos acercamos á Calpe, en donde, al pie del peñón de Ifach, en la playa, está instalado el aeródromo provisional. En este sitio, cuatro hogueras marcaban, con sus penachos, la situación del terreno. Por lo demás, las señales distribuidas para marcar la ruta a los aviadores están bien dispuestas en todas partes, consistiendo en hogueras como las del citado aeródromo. Pero el Levante dirigía el humo a tierra y lo deshacía en el acto, sin duda porque el buen celo de las gentes de campo entendió que había de formar hogueras que ardiesen bien, es decir, con buena llama,,,,, cuando lo que se necesitaba eran de mucho humo.
A las siete de la mañana llegamos a Calpe, y nos indican la situación del aeródromo, a seis kilómetros de aquel punto. Pero nos dicen que es inútil que vayamos por ser imposible llegar a el, no ya en automóvil, si no en la más resistente carreta.
Pero la misión investigadora debe cumplirse y el amigo Nogués, decidido á no perder ni un detalle y cumplir su misión con toda escrupulosidad dirige hacia allí su automóvil.
El Berliet del Sr. Nogués realizó  una prueba magnífica. Descendimos por pendientes pedregosas de caminos vecinales, fuimos por sitios imposibles. Así llegamos a un arenal imposible, y no sé cómo, pero pudimos salir de allí y llegar a Ifach, en donde las autoridades nos colman de atenciones, mientras que todo el vecindario abre tamaños ojos contemplando aquella máquina que nadie sospechara pudiera llegar hasta por los sitios por donde llegó.
En este punto hemos de presenciar el paso de los aviadores. Un enorme gentío, venido de todos los pueblos próximos, ocupa todos aquellos puntos, dándole pintoresco aspecto”.

Independientemente del rally de aviación, interesante es el trasladarse a la época. No olvidemos que estamos en Julio de 1911, la gente no había visto nunca un avión y mucho menos, la posibilidad de que este aterrizara en la playa de la Fosa, así se entiende que viniera tanta gente hasta de los pueblos vecinos. Me intriga saber por dónde bajó el coche desde la carretera general hasta la playa. Está claro que pasó por el interior de la población al no existir ningún camino por fuera de Calp. Puede que bajara por el camino de las Aduanas (G. Miró) y buscara el camino de los Baños de la Reina, siguiendo la cañada real a la Fosa. En aquellos años el alcalde Cosme Jorro Ripoll se quejaba a la Diputación Provincial de que el camino al embarcadero de la playa estaba intransitable.
Al menos, el gentío que estaba en la playa vio, seguramente, el primer coche de su vida. Anécdota que contarían a sus familiares, amigos e incluso a sus nietos
Curioso también, el tema de las hogueras que los aviadores no veían, al hacerlas con leña seca, como siempre habían hecho.
Andrés Ortolá Tomás

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