EFECTOS DEL
TEMPORAL EN LA CARRETERA DE ALICANTE A SILLA.
28 de Junio de
1877
Don
Joaquín Thous, contratista de la carretera de Alicante a Silla, en el trazado de
la misma a lo largo de nuestro termino, eleva una solicitud a Gobierno Civil
para que se le restituyan el coste de los daños inferidos por causa mayor, por
el extraordinario temporal de los días 28 y 29 de Junio de aquel año. La
descripción de los mismos y sus efectos es algo extensa, pero supone un
magnifico documento que nos permitimos transcribir por su interés:
“El
repentino y por todos los conceptos extraordinario temporal de aguas que
acompañado de continuas exhalaciones descargo en los días 28 y 29 últimos, en
los montes denominados Collado de Rates, Bernia, Olta, Serrella y demás, que
dominan los terrenos que constituyen la costa por donde cruza la carretera
comprendida en los trozos ya expresados, saliendo de improviso las cuencas
torrenciales, ocasionando tan grandes masas de agua, la avenida mayor conocida
en el barranco del Mascarat, causando por consiguiente daños en las obras, a
cargo del exponente de mucha, muchísima cuantía, y que a continuación se
expresa:
En el
trozo 6º, y termino jurisdiccional de Altea, han sido destruidas y embrosadas
completamente las cunetas y paseos, aristas y demás perfilamentos, que se
hallaban en perfecto estado para la recepción definitiva según consta al
representante de la administración encargado de la inspección de dicho trozo, en
términos que terminado el refundido de las bóvedas del viaducto del Moneder, se
había pasado comunicación al Sr. Ingeniero Jefe de la provincia para su
recepción definitiva. En los terraplenes de la Oya de la Palaciera, barranco del
Moneder, Oya de Cabot, barranco de la Galera, barranco de Gualda, y los de las
medias laderas del final del trozo, ha ocurrido corrimientos de importancia,
tanto que de las seis banquetas que se hallaban construidas sobre el terraplén
de acompañamiento del puente del Moneder, solo ha quedado una...
En el
trozo 7º , la angosta, difícil y agreste situación del punto, en donde esta
emplazado el gran puente del Mascarat que se halla en construcción, hace
imposible evitar catástrofes tantas veces como
se haya de efectuar la menor
operación por insignificante que sea, puesto que la estrechez del cauce,
inaccesible por casi todos lados, sin mas entrada que por la parte del sur, y
esta en extremo dificultosa, y precisamente por el lecho del barranco, porque la
topografía y lo escabroso del terreno no permite otra cosa entre dos laderas de
roca dura, casi verticales de 300 metros de altura, inaccesibles, en términos
que no se prestan a la menor operación, que por mas preocupaciones y meditadas
operaciones traen consigo la inmediata catástrofe; al extremo que los casos
fortuitos y de fuerza mayor casi puede asegurarse son permanentes y constantes
en la expresada localidad, bastando el considerar que no es posible el más
insignificante trabajo sin estar vigilados los contornos, evitando en cuanto
cabe hasta los movimientos de las aves de rapiña que anidan en aquellos riscos,
pues el menor objeto que se desprenda de tan gran altura, basta para causar la
muerte a algunos de los operarios que se ocupan en tan importante obra situada
en aquel abismo. Como la estrechez del barranco aguas arriba del emplazamiento
del puente tiene en algunos puntos solo un metro de ancho a una altura de 20
metros próximamente, sin vislumbrarse ni siquiera el horizonte, ocurre que como
por el expresado barranco discurren, como única salida, todas las vertientes de
la parte Este de Bernia y Collado de Rates, cuando menos se piensa con un sol
abrasador en la costa, descarga sobre dichas montañas un nubarrón, y de
improviso la inundación en dicho barranco no da lugar tan solo a salvar la vida;
cuando menos las herramientas de la empresa y demás efectos y materiales
indispensables para el trabajo.
Desgraciadamente, en esta ocasión, la avenida ha sido la más extraordinaria de
las conocidas, así que el molinete construido ex profeso y destinado a la
elevación de grandes sillares que se hallaba situado sobre la ladera izquierda
aguas abajo del emplazamiento del puente, y en el punto de menos peligro,
atendida las difíciles circunstancias del terreno, ha sido arrastrado por las
aguas apareciendo ahora en el centro del lecho del barranco, con la mayor parte
de sus piezas rotas y sujeto indudablemente por un sillar que traído en
suspensión por la corriente lo coloco sobre dicho molinete; pudiendo suponerse
que sin la casualidad de hallarse con ese gran peso encima, a la fuerza
incalculable de las aguas reunidas en tan gran cantidad y girando sobre una
pendiente pronunciada, lo hubiera arrastrado tal vez hasta el mar destryendolo
por completo. También ha sido destrozada y desaparecidos un gran numero de
piezas de una grúa que se hallaba en la misma ladera izquierda, aguas abajo del
molinete, y a la mayor altura accesible de la misma, donde nunca pudo pensarse
ofreciera peligro, habiendo quedado servibles de esa grúa tan solo algunas
piezas de poca importancia y que para nada aprovechan no teniendo las destruidas
y desaparecidas.
Un muro de mampostería que existía en el emplazamiento del
puente sirviendo de apoyo a la explanada y rampa donde se depositaban los
materiales, al tiempo de sentarlos en obra, ha sido derribado desapareciendo
todo el material del que se componía, así como también el pedraplen de la citada
explanada. También ha conducido el agua al mar unos 80 cahices de cal común que
se hallaba apoyada sobre la obra del estribo izquierdo, cuatro pipas que servían
de deposito de agua y que estaban detrás del molinete, y 30 tablones de 18
palmos que formaban la plataforma del mismo, y una especie de cubierta sobre
dicho aparato, para preservarlo del choque de las piedras que
continuamente se
desprenden de la boca del túnel grande, y demás puntos de la ladera. Así mismo,
ha quedado completamente destruido el camino provisional que comprende todo el
trayecto desde el puente al camino antiguo de Altea a Calpe, y que servia para
conducción de arena, agua y demás materiales, no pudiendo construirse en otra
parte, pues es por el único camino accesible de dicho trayecto. De la sillería
acopiada a pie de obra en los últimos puntos donde las condiciones de terreno
permite su colocación se han inutilizado y desaparecido unos 40 m3, como también
un gran acopio de arena, que se hallaba depositada aguas arriba del
emplazamiento del puente. El que suscribe ha sufrido daños en los trozos de su
contrata, por valor que se calcula de once mil pesetas.
En el
trozo 8º, en los desmontes de la Oya del Cocentari, venta de la Chata, Pinar de
abajo, venta del Oli, y desmonte de Juana, se han verificado desprendimientos
importantes y corrimientos en los taludes, cuyo volumen es también considerable.
Así mismo
en casi toda la línea del barranco del Pou Roig al final del trozo 8º, ha
destruido el agua todos los pasos, y socavado unos puntos y embrosado en otros
casi todas las cunetas, habiendo arrastrado en partes el firme, tanto la primera
como la segunda capa, dejando la caja de la vía descubierta, y limpia de piedra
por completo, en todo su semi ancho; al extremo de haber afectado este destrozo
en una longitud de 130 metros frente a la casita de Pedro Sala, (Pou Roig-Septa-Soliva),
haciendo desaparecer a la vez las banquetas de acopio para la conservación.
En las
obras de fabrica no han sido menos importantes los daños ocasionados, puesto que
en la alcantarilla de la Cañada del Fraile Ramón, ha desaparecido todo el
encachado, produciendo el agua una socavación en los cimientos de 1,40 metros de
altura, y destruyendo parte de estos, colocando muy en peligro la estabilidad de
la obra. En la alcantarilla de la Cañada de Mulet, se ha efectuado otra
socavación en las cimentaciones, parecida a la anterior, después de destruido el
encachado. En el Pontón del Pou Roig, punto en donde la altura de las aguas ha
llegado durante el fuerte de la avenida cerca del arranque del arco, ha
destruido por completo el encachado de rastrillos de sillería, desapareciendo
todo el material, y destrozando parte de las cimentaciones del pontón, al
choque, no-solo del agua sobre la obra, sino también de los enormes bloques que
traía la corriente en suspensión. En la tagea de Pedro Sala solo el encachado
del cañón y entre aletas, ha sido destruido y casi lo mismo ha sucedido en un
gran numero de obras entre el Pou Roig y Benisa. El que suscribe ha sufrido
daños en los trozos de su contrata, por valor que se calcula de cinco mil
pesetas”.
Dichas descripciones eran facilitadas a los Ayuntamientos de Calpe y Altea por
Gobierno Civil para su inspección, a los efectos de indemnización de las
perdidas al contratista por fuerza mayor.
Ignoramos si finalmente el
contratista fue indemnizado y por parte de que institución.
Andrés Ortolá Tomás
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