Las “peixqueres” de Toix
A cualquiera que pase navegando por los acantilados del monte
Toix le llamará la atención una serie de escaleras y refugios que incrustados
en la roca se encuentran abandonados.
Estos artilugios que
penden de los altos y peligrosos riscos que dan al mar fueron construidos por
hombres a los que la necesidad hizo olvidar el miedo que sentían cada vez que
bajaban por las endebles escaleras hacía la ”peixquera”. Muchos, ni sabían
nadar y eran conscientes que cualquier fallo significaba la muerte para ellos.
No tenemos constancia de
cuando empiezan a colgarse los pescadores de los acantilados de Toix. Toda la
información que existe es oral y por tanto sólo nos remite hasta principios
del siglo XX.
En Toix existían las
pesquerías denominadas de “canyis” en las que se pescaba desde un cañizo
colgado sobre las aguas y las de “penya”. Estas últimas son accesibles
alguna de ellas en barca y todavía se usan esporádicamente. No así las de cañizo
que han desaparecido en su totalidad.
La construcción de una
“peixquera” implicaba una gran dificultad y evidentemente, un gran riesgo.
Después de identificar un lugar apropiado-normalmente desde el mar-había que
bajar hasta dicho lugar clavando estacas o pernos en los orificios de la roca.
La siguiente fase era colocar escaleras y sogas y finalmente el refugio y la
base donde pescar. Era muy importante que el refugio fuese minimamente
confortable si la base de la pesca se trataba de un cañizo.
Me contaba mi primo Pepe
Zaragozí (Pepito la Mana) que allá
por los años sesenta, él y su primo Jaume Perles se interesaron por una
“peixquera” abandonada que existía sobre la Cova dels Coloms. Fueron al
Poble Nou de Benitatxell a pedir permiso a los propietarios (tradicionalmente se
respetaba el derecho de propiedad de una pesquera) estos les dieron su
conformidad para volver a “armar la peixquera”. Pepe y su primo Jaume
tuvieron que subir todo el material a hombros desde sus casas en la Canuta hasta
la cima del monte Toix y luego bajar por el acantilado hasta el mar. Colocaron
varias escaleras y arreglaron una pequeña covacha para guarecerse del frío de
la noche. Lo más difícil, me comentaba Pepe, fue el hacer los agujeros para
colocar la base del cañizo. Colgados sobre el mar, él y su primo Jaume, a golpe de maza y
escarpe hicieron una veintena de agujeros sobre la dura roca. Cada uno de los
agujeros representaba más de hora y media de arduo trabajo.
Cuando Pepe y Jaume
tuvieron lista la “peixquera” invitaron a los dos hombres del Poble Nou que
quedaron gratamente impresionados de cómo había quedado el lugar. Parece ser
que este lugar es el mejor de Toix,
según nos cuenta Pepe. También es uno de los más peligrosos, aunque no tiene
nada que envidiar en cuanto a peligrosidad a la pesquera de “les Paleres” o
a la del “ti Martí”. Todas ellas tienen el acceso a través de cuerdas y
escaleras. Sólo se entiende que los usuarios de las “peixqueres” asumieran
ese riesgo por necesidad. Eran años de escasez y la ayuda que proporcionaba la
venta del pescado fresco no se podía desdeñar. También existía la afición.
Como la de mi primo Pepe que no lo necesitaba al tener su familia una posición
muy holgada. Aunque me comentó cuando fuimos a hacer las fotos que la
“peixquera” de las “Paleres” la abandonó por el riesgo y por el poco
rendimiento que tenía.
Para hacernos una pequeña idea de lo que representaba bajar a
la “peixquera” un día cualquiera, quiero insertar un párrafo de la magnífica
obra sobre este tema NITS I PEIXOS A LES PESQUERES DE CINGLE, de la que son
autores Antoni Barber, Ismael Guardiola y Miquel Almenara.
Dice así;
D’una hora a una i mitja de caminar
aura estat l’anada. Ja al capvespre, comença la davallada per la pesquera. Es
fixarà bé el cabàs i lligarà la garbeta de llenya que ha anant arreplegant
abans d’iniciar la baixada. Començarà el tuacte en agafar-se a les cordes,
mirant de posar cada peu al posador corresponent, al relleix que li toque. Ara
cordes, ara penya i ara escales, a poc a poc el pescador va baixant cap el punt
de pesca. Altres que tenen la pesquera en una baixada menys complicada arribaran
tal volta abans i només se les veuran més apurades en el moment de col·locar
el canyis o preparar-se per als moments de pesca. Una vegada haja arribat al
refugi, es daixarà el cabàs en terra i procedirà a col·locar el canyis i
prepararà ormejos i aparells. El canyis pesa prou, cal baixar-lo tranquil·lament
i en alerta. Es col·locarà en el punt exacte i penjarà a poc a poc els
tirants. Una vegada fixat, caldrà encendre una foguereta: és hivern i està
fend fred.
Mentre el foc adquereix
entitat, el pescador aura capturat un poc de peix de raons, que se’l torrarà
gustosament per a millorar el sopar previst. Un mos d’açò, un glop d’allò
i, en acabant de sopar, començarà la pesquera. El fanal ja estava encés
mentre el pescador sopava. Reduirà l’àngle de dispersió de la llum tancant
la tulipa o llanda; així aconseguirà concentrar en una àrea mes reuïda la
vinguda del peix.
Per allà ve un calamars,
li llança el rall. Per allà ve una sépia, ves preparant el salabre. La fluixa
està tessa, cobra poc a poc. Es un calamars enganxat al sorell que hi posares
d’esquer. A la canya ja piquen. El ximeró es doblega massa, deu ser una
oblada ben gran. Ara ja una aturada, no veig ni un peix. Ben entrada la matinada
tornarà la festa, dos calamars s’acosten per la dreta, el vent a parat i l’aigua
està calma, prepararà el salabre i entraran dins sense donar-se compte. El
volantí s’ha mogut, que no serà un congre el que aura picat?
El pescador està molt cansat, li fan mal els genolls d’estar
agenollat al canyis tota la nit o ajupit sobre la roca incòmoda. Els ulls li
pesen, però de tant en tant agafa unes aclarides impressionants perquè els
peixos vénen i van. Xe! Però si ja està l’estel de l’alba per damunt l’horitzó. Caldrà arreplegar la
paradeta. El pescador arreplegarà els aparelles i llevarà el canyís. Taparà
el peix, s’arreglarà el cabàs i una altra volta cap amunt, però ara amb mes
quilos; hui el ranxo és bo. Malgrat el cansament de no dormir i haver estat
treballant tot el dia abans, el pescador torna cap a casa content, perquè sap
que en vendre el peix traurà un grapat de duros.
En cierta ocasión, un profano
en la materia llamado Joan del Chacal, se descolgó desde lo alto de un arco de
piedra-el Forat de l’Ase-con tan mala fortuna que no midió bien la altura y
se quedó colgado sobre la pesquera de les Paleres. Al no saber nadar empezó
a gritar hasta que lo oyeron los carabineros del cercano puesto del Collado y
fue rescatado con un bote de remos por los propios carabineros. Se da la
circunstancia que los carabineros eran propietarios de alguna de las
“peixqueras” como es el caso del “ti Martí”.
Actualmente, las pesqueras de
Toix son una reliquia del pasado que cabe reconocer como tal y darle la
importancia que realmente tienen. Espero que a nadie se le ocurra la feliz idea
de “restaurarlas”. Su principal atractivo es contemplarlas tal como han
llegado a nosotros.
Andrés Ortolá Tomás
Bibliografía: Nits i peixos a
les pesqueres de cingle.
Mi agradecimiento a mi primo
Pepe Zaragozi Perles el último armador de “Peixqueres”.
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