Hospital para pobres
Hace muchos años, en Calp contábamos con un hospital para pobres y lamentablemente desconocemos su antigüedad. No es hasta 1746 en que se levanta la primera planimetria conocida de nuestra villa en donde vemos que en una esquina de la antigua calle del Hospital existe una casa dedicada a hospital para pobres. La conocida a día de hoy como calle Pescadores. Denominación que se produjo en los años sesenta a petición de los propietarios de La Fragata y que el Ayuntamiento aceptó.
Por más que hemos investigado, no nos ha sido posible saber quien o quienes fundaron el hospital para pobres de esta villa. Una posible opción eran los monjes franciscanos de Benissa, siendo ellos los que tenían un hospital de estas características en la vecina Altea a mediados del siglo XVIII. Pensamos que lo más lógico y natural, dada la cercanía y los lazos que tenían los franciscanos beniseros con la villa de Calp, que fueran ellos los que tomaran esta iniciativa. Aunque consultados en varias ocasiones, no tienen constancia de que fueran los promotores. Por tanto, sólo nos queda que fuera una iniciativa municipal, hecho que no podemos contrastar al haber desaparecido los archivos en 1936.
Reseña que aparece en uno de los planos de 1746 en el que se puede ver en la letra D, Hospital para pobres.
Otra posibilidad es que fuera regentado por la iglesia. En una época de medicina rudimentaria y deficiente, los hospitales administrados por la iglesia y otros donde participaban los clérigos ofrecían al enfermo, al menos, cuidados, alimentos y un lugar donde recogerse.
Los hospitales de pueblo, no tenían ni las condiciones de asepsia ni de equipamiento que podían tener los de las ciudades. Los condicionantes de la época; la falta de presupuesto, suplido en lo posible, por la caridad cristiana. La falta de los mínimos elementos para poder atender a los pobres transeúntes o a los pobres de solemnidad.
Desde luego, que sería ingenuo, pensar que aquellos Hospitales, máxime los pueblerinos, tenían algo de parecido con los actuales Hospitales en su equipamiento, asepsia, etc., pero precisamente ahí el mérito de los antiguos: que la rémora o primitivismo que hubiera en la ciencia y praxis médico-quirúrgica, lo pudo suplir en lo posible, la caridad cristiana al servicio del prójimo necesitado o enfermo.
En verdad, cada hospitalillo era poco más que un acogedor refugio con su hospitalero y hospitalera que lo cuidaba. Su edificio, en general humilde, tenía varias habitaciones con algunas camas, de las llamadas de cordel o aún más pobre de ajuar, con simples jergones de paja u hojas de mazorca del maíz, con las mantas, cabezales y cobertores que consignan los antiguos inventarios. Con tan humildes elementos, al menos el pobre enfermo o peregrino transeúnte, podía allí descansar y dormir bajo techado.
Plano de referencia en el que podemos ver dentro del circulo el Hospital.
La cruz roja corresponde a la calle Mayor.
Y otra solicitud, extra hospitalaria: que si era anciano ó inválido, se le transportaba en caballería o en carro, pues a este efecto, los vecinos que tenían estos medios y querían colaborar, se apuntaban y por turno cumplían este servicio de ambulancia a tracción animal; de otra manera, se contrataba a un arriero y pagaba según la distancia al pueblo próximo, con cargo generalmente a los Ayuntamientos.
Los mendigos fueron muy numerosos, ya que la precaria existencia de la población obligaba a muchos de sus miembros, en circunstancias frecuentes de sequías o excesivas lluvias, despiadados impuestos, carestías, hambres y epidemias, a engrosar las filas de los pordioseros.
Nuestro hospital para pobres posiblemente desapareció en algún momento de principios del siglo XIX. Aunque realmente, no tengamos ningún documento de esas fechas que lo confirme, ni en un sentido ni en otro. Pero, tenemos la referencia que nos hace el botánico Antonio Josef Cavanilles que el 18 de Mayo de 1792 visita Calp e aquí lo que nos cuenta sobre la villa: Seguí hacia Calp, villa de 237 vecinos, pisando un suelo árido y estéril, donde crecen arenarias, llantenes, ondnides, y otros vegetales; la población está sobre una loma á 200 varas del mar: los edificios demuestran la pobreza de sus moradores, poco aplicados á la agricultura, y casi privados de propiedad, que pertenece á varios de Benisa. Estos perciben en gran parte los frutos, que suelen ser 1200 cahices de granos, 150 de habas, 380 cargas de almendrón, 8400 arrobas de pasa, 2400 de higos, 38 quintales de algarrobas, y 9500 cántaros de vino; y por eso desalentados los de Calp en vez de promover y mejorar la agricultura, se dedican á la pesca, y no pocos al contrabando; vicio común en aquellas costas, que fomenta la abundancia de calas mal resguardadas, y la aspereza de los montes por donde se introduce en lo interior del reyno. El agua para el pasto común tiene el defecto notado ya en las de la marina ; y aunque no lejos de la población nace otra pura en las faldas de un monte, no la conducen ó por falta de medios, ó porque se hallan bien con la que bebieron siempre.
Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico- Estadístico-Histórico y en lo que concierne a Calp manifiesta: Tiene sobre 300 casas de no muy buena fábrica y pobre aspecto, casa de ayuntamiento, cárcel muy mezquina; una escuela de primeras letras, á la que concurren 30 niños, dotada con 2.000 rs., y una iglesia parroquial (la Virgen de las Nieves), de primer ascenso, servida por un cura de provisión ordinaria, un vicario y un dependiente: fuera del pueblo y sobre un pequeño monte, se halla una ermita dedicada a la Transfiguración. Esta villa está fortificada por dos muros antiguos; el primero de los cuales circuye todo el casco de la población, menos el arrabal, y el segundo se halla situado en el centro del pueblo con 3 fuertes de batería. Como podemos ver, ni en 1792 ni en 1849 se menciona para nada la existencia de un hospital en Calp. Si lo hubiera, estaría en estas breves reseñas de nuestra villa. Reseñas, que por otra parte, refleja la pobreza de los calpinos en aquellos años.
Ubicación del Hospital en la calle del mismo nombre.
Hoy calle Pescadores.
Con el paso de los años, sólo nos ha quedado el nombre de la calle donde en tiempos hubo un hospital para pobres. El turismo que todo lo cambia, se llevó en la década de los 60 la última referencia que teníamos.
Andrés Ortolá Tomás
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