miércoles, 29 de enero de 2020

L'Esquellà o Cencerrada

L'Esquellà o Cencerrada
Hace muchos años los jóvenes de nuestra villa se divertían de mil maneras, las más de las veces haciendo alguna gamberrada. Una de ellas se producía cuando en una boda, uno de los contrayentes, o ambos, eran viudos. La costumbre en aquellos años era que la boda se celebrase de madrugada y además con poca o nula difusión de la noticia. A pesar del secreto con que se organizaba la ceremonia, habían muchas personas enteradas, familiares, vecinos, amigos. Para los contrayentes era todo un problema la organización del enlace sin que aparecieran los molestos “invitados” y les amargaran el día. Eran frecuentes los grupos de amigos que después de cenar, organizaran lo que iba a ser su parte de la “ceremonia.” Alguna de las cencerradas eran francamente insoportables. Ha habido casos de que si el "novio" era forastero,  desaparecía del pueblo de la novia y nunca más se sabía de el.

Esta costumbre de dar cencerradas ha estado extendida por muchos pueblos y ciudades, siendo casi de obligación dar la monserga y hacer ruido, todo lo que se podía.
Veamos algunas: desde confeccionar un palio con cuatro cañas y unos sacos de esparto, bajo el que “debían” dirigirse a la iglesia los contrayentes; a enjaezar un burro y montar a la novia en su camino hacia la iglesia. Naturalmente, la comitiva, incluido el novio, detrás en su particular paseo por las calles del pueblo. En ocasiones, se esparcían algas secas por el suelo a modo de adorno. No podían faltar, los pitos, cencerros, latas, trompetas o cualquier cosa que hiciese bastante ruido. Todo ello, como hemos comentado, a las tantas de la madrugada. Por tanto, si alguien no se había enterado de la boda, quedaba más que enterado. Claro que la comidilla del pueblo durante la semana no era otra que la boda de fulanito.

Dos ejemplos en la prensa española de principios del siglo XX
Alguna de las cencerradas trascendió las fronteras calpinas y los protagonistas acabaron en las dependencias de la Guardia Civil de Altea ( no había cuartel en Calp en aquellos años) como así sucedió en la que unos jóvenes le montaron a Francisco Pastor Pastor el día de su boda el 2 de Julio de 1932.

Veamos lo que publica el Diario El Luchador en su edición del 2 de Julio de 1932 “ Una cencerrada. Los guardias civiles que prestaron servicio nocturno en Calpe, han comunicado que fue requerida su presencia por el Alcalde para que practicaran unas detenciones.
El motivo de estas detenciones era evitar el escándalo que estaban promoviendo unos jóvenes de la localidad que estaban dando una cencerrada a Francisco Pastor Pastor, de estado viudo y que había contraído matrimonio por segunda vez durante la madrugada.
Fueron detenidos Juan Martinez Montaner, de 18 años; Miguel Ausina Catalá, de 21 años; y José Pastor Pastor, de 14 años, por ser sorprendidos tocando en la vía pública un manojo de campanillas los dos primeros y también cencerros y una trompeta el tercero de ellos.
La joven Pura Ferrer Ferrer, también fue denunciada porque asomada a una ventana tocaba una trompeta mofándose de Francisco Pastor y de su consorte cuando se dirigían a la iglesia.”
A pesar de que esta fue una cencerrada, que podríamos calificar como de las más flojas, la reacción del alcalde fue contundente al pedir que fueran detenidos los del "escándalo". Incluso, hasta a Pura Ferrer le toco algo " por mofarse" de los contrayentes y tocar la trompeta.
Curiosamente, uno de aquellos jóvenes llegó a ser alcalde de Calp en 1966/67.
Andrés Ortolá Tomás


 

 

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