miércoles, 29 de enero de 2020

EL TÚNEL DE LA REINA

EL TÚNEL DE LA REINA

Las noticias sobre este misterio vienen de largo, incluso de siglos diría yo. Son varios los autores que lo nombran, unos sin verlo, otros dicen que lo han visto, la realidad es que a día de hoy sigue siendo un misterio el famoso túnel de la supuesta reina mora que bajaba a bañarse en la playa. Siempre hemos pensado que la leyenda se refería al túnel que existe en los Baños de la Reina y que se construyo para facilitar el acceso a un aljibe de la propia factoría de salazón de época romana de las tierras del Morelló.

La primera noticia escrita que conocemos nos la proporciona Matilde Frígola y Palavicino, propietaria de la masía fortificada de la Casanova. Matilde es autora de unas cartas que escribe a una amiga, entendemos que imaginaria, sobre la vida en la masía durante el verano de 1877. Esto es lo que nos cuenta, aunque se nos hace muy difícil el reconocer la pequeña galería que a día de hoy existe en los Baños con la descripción de Matilde.
La Casa nova, según las crónicas refieren, sirvió de palacio a una princesa árabe, y dicen que existe todavía un subterráneo, que, partiendo de aquel, terminaba en la orilla del mar, en el sitio donde se hallan aun los baños que el vulgo llama de la Reina mora.
Estos baños son obra hábil y delicado trabajo de los árabes, practicando en una roca que permite estar en la playa y disfrutar á la vez de las transparentes y límpidas aguas de mar adentro, así como también de aquel aislamiento absoluto que tan apreciado es por los mahometanos para sus mujeres.
Ninguno de los que allí vivimos hemos tratado jamás de descubrir el subterráneo: y sin duda porque a las castellanas de aquel castillo nos parece más cómodo el ir al aire libre a tomar los baños y ser conducidas por un carruaje, que atravesar aquel lóbrego pasadizo metidas en una litera, alumbradas por  antorchas y precedidas de esclavos.

Por mi, sé decir que prefiero á ese feudal aparato, unas botitas, que para el caso tengo, con finas suelas de alpargata, mi traje sin cola,  mi bastón-sombrilla y la compañía de mi hija, y un perrito que jugando corre con ella y se para cien veces en el camino hasta llegar de esta manera al término de mis diarias expediciones.
En cuanto á la litera, ¡ es ya tan antipático este mueble en nuestros días!.....Ignoro si esta antipatía nace de las ideas democráticas que todo lo invaden, ó del contraste que forma su lento caminar con el rápido y cómodo sistema de viajar moderno.
Además, la única entrada que hoy se conoce de este subterráneo es la que existe junto a los baños, y esta de tal manera cubierta de zarzas y de plantas acuáticas, y es tan extraño el género de vegetación que allí reina, que cuando algún curioso ha intentado visitarlo, los ruidos que han llegado hasta el, como de culebras que se arrastran entre la maleza,  de ecos y silbidos tenebrosos, de sus propias pisadas al sonar sobre un terreno húmedo, las fantásticas sombras que se proyectan sobre el musgo que cubre las paredes, y aquella atmósfera pesada, y aquella interminable profundidad, todo le ha obligado a retroceder, abandonando su proyecto.
Lo único que hay de cierto es que ni el subterráneo, ni la litera, ni los esclavos, ni las antorchas me han servido para otra cosa que para sugerirme alguna que otra idea romancesca, que ha logrado distraerme en mis ratos de ocio.


Matilde dice no conocer el lugar, pero habla en boca de otros que parece que si lo conocen. ¿se trata de una galería desconocida y que a día de hoy nadie ha conseguido localizar? ¿Se trata de una invención que ha corrido de boca en boca hasta hoy?. Si es así, ya venía de antiguo, la propia Matilde confiesa que se lo habían contado.
Pero veamos lo que nos relata Francisco de Asís Cabrera, el Capitán Cabrera de Benissa en una novela por entregas que publica en el Heraldo de Alicante a principios del siglo XX. Concretamente en 1910.
Al pie del quebrado Ifach dormido sobre las aguas, cuya frente hasta los cielos con orgullo se levanta, existen hoy los vestigios de los baños de Gulnara, a quienes el vulgo necio, Baños de la Reina llama. Varias piscinas hermosas sobre la piedra cortada, a cuyo fondo se llega bajando una escalinata, reciben por riachuelos del vecino mar las aguas, más adelante nos cuenta. Aun existe también la cueva por dó pasaba la bella indiana, evitando los rayos del sol que abrasan, Y gozando de las frescas cuanto deliciosas aguas, al volver desde los baños al lindo morisco alcazar.

En otro capítulo de la misma obra, nos cuenta; Bordeó el barco el magestuoso peñón, que de noche causaba pavor por su altura y corte vertical, hasta fondear en la orilla de una reducida playuela que dá paso á la hoy llamada “Cueva de la Reina” por unos y “Baños de Gulnara” por otros.
La cueva en efecto es maravillosa, capaz y deliciosa.
A su interior y por medio de un pequeñísimo canal, las aguas del mar forman una reducida laguna, á la que el vulgo denomina baños.
En efecto, de baños sirvió aquel pequeño depósito de aguas á Gulnara, nombre que entre los árabes tenia la hermosa Guanayara.
De ahí que aun hoy el ameno sitio sea conocido por “Baños de Gulnara”.

Francisco de Asís, nacido en Benissa y por tanto buen conocedor de estos lugares, no puede confundir la cueva existe en la base del Peñón, conocida también como Cueva de la Reina, con los Baños de la Reina. Es evidente que aunque su relato, podría estar idealizado o incluso exagerado, no ha cambiado tanto el entorno después de cuarenta años, para los que hemos correteado por esos lugares en la década de los cincuenta del pasado siglo, no encontrásemos nada que fuera asimilable al entorno que nos describe Cabrera.
Lo cierto es que el famoso túnel desde la Casanova a los Baños de la Reina ya forma parte de la historia local. Son muchas las generaciones de calpinos que algo oyeron contar.
Por si no teníamos bastante, veamos lo que nos cuenta el botánico Cavanilles en su visita a Calp en Mayo de 1792. Cavanilles hace un exhaustivo informe de lo que encuentra en tierras del Morelló. Parte de su informe lo dedica al pequeño túnel todavía existente.

La boca del corredor ó mina subterránea que Escolano llamó cueva mira al sur, y se excavo á pico como las paredes perpendiculares y el techo en arco de la mina. Esta tiene 5 palmos de ancho, 40 de largo, y 8 de altura, sucesivamente menor hacia el fondo, donde no llega á 6. Hay allí en el techo un agujero de dos palmos de diámetro, que en forma de chimenea sigue hasta lo alto de la loma, cubierta hoy día de arena, donde se cree existieron algunos edificios. Vista la estrechez del agujero y la poca comodidad de la mina, parece imposible que esta haya servido de entrada á los baños. Tal vez sirvió para dar salida á las inmundicias que pudieron acopiarse en las habitaciones; lo que se hace verosímil, porque aun se reconoce parte del canal que desde la boca torcía hacia el oriente; bien que está tan deformado, que apenas se puede adivinar á donde iba, y cual fue su figura.
Manuel González Simancas, arqueólogo y militar, viene a Calpe en 1907 y no nos concreta prácticamente nada sobre la supuesta cueva/túnel. González Simancas se limita a decirnos que tendrá una longitud de un kilómetro, lo cual nos lleva a pensar que en aquellos años existía o todavía introduce más misterio a este tema.
Después de todo lo expuesto el misterio continua sobre la leyenda del famoso túnel de la reina mora.
Andrés Ortolá Tomás

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