lunes, 12 de mayo de 2025

El juego de la pelota a Calp

LAS PARTIDAS DE PELOTA EN CALP Son muchos los calpinos nacidos en los años 1940/50 que tenían como único entretenimiento, en los Domingo o en días festivos, el juego de la pelota en las diferentes calles de Calp. ¿Quién no ha jugado en las calles de nuestra villa al raspall? Especialmente los domingos, mientras esperábamos que llegara la hora de la sesión del Cine Alhambra en la calle de la Purísima: nos poníamos de acuerdo varios jóvenes y en cualquier calle nos enfrentábamos persiguiendo la pelota y raspando el suelo para mantenerla en juego; normalmente usábamos pelotas de pell, de color más claro, más grandes y relativamente blandas. Las de vaqueta eran muy caras y bastante duras, usadas especialmente por los profesionales. Aunque el juego de pelota se jugaba, mayormente en la calles de nuestra villa no podemos olvidar las partidas del Corralet en Oltá, donde los vecinos aprovechaban el callejón que había entre las casas y que tenemos una muestra de la mano de Elías Urbes y las de la partida de la Cometa que nos comentó Antonio Tur Pineda hace años: Al volver a casa, recordé que en la plaza de las Casas de Torrat, se jugaba a este deporte y los “pelotaris” eran los mismos vecinos los que jugaban como pasatiempo de las tardes domingueras. También venían de Calp y otros lugares. De los que no jugaban, unos se encargaban de marcar con una raya y colocar las fichas 1 y 2 y cantar el juego. Otros buscaban las pelotas por los tejados o bancales detrás de las casas. La gente que no jugaba, mientras esperaban, se sentaban en el Cup delante de la casa de Vicente Torrat o la parte donde estaba el marxador , comentando el juego y hablando del trabajo. En todas las casas había miembros jugadores: de casa Águeda estaban los hermanos Pepe y Pere, de casa Bernat de la Viuda, destacaba Pepe, de casa Salvador, los dos hermanos. También venían los hermanos Ripoll de la Empedrola, la familia Salvadora del Carrió. Pepe Serpentí, Barriaca y bastantes personas más. Como recuerdo anecdótico y repasando mis cuadernos escolares, encontramos una redacción fechada el día 25/02/1950, que dice textualmente: “cuando llegué de Calpe, me fui a la Cometa y poco después de comer fuimos a donde juegan a la pelota y estuve toda la tarde”.
El Corralet en Oltá y vista aérea del caserio de la Cometa De la Cometa tenemos otro testimonio escrito en 1984 de la mano de Bernat Banyuls Crespo “Tì Bernat” venerable anciano que nos cuenta: A principios del siglo, allá por los años 1910 y 1913, los domingos y demás fiestas lo pasábamos bastante bien, aunque, claro está, muy diferente a los de hoy día. Los bailes por aquellos tiempos eran del tipo «suelto». Tiempo después empezaron a ponerse de moda los «agarrados» pero con mucha vigilancia. Las madres y padres de aquellos tiempos no comprendían muy bien que las chicas fuesen a los bailes y quizás, sería por miedo a los agarrados. La música se hacía gracias a unos cuantos chicos que tocaban algún instrumento y qué decir tiene, estaban muy solicitados. Los más famosos que recuerdo de aquellos tiempos eran mi tío «Juan del Pi» y Félix «de la Cometa». A veces también conseguíamos que viniesen algunos aficionados de fuera. Había también, por aquellos tiempos, un deporte rey. Desde luego no era el fútbol. Era el juego de la pelota. El «raspot» o modalidades similares. Los más famosos jugadores de pelota que yo recuerdo siendo todavía un niño se llamaban Vicente Tur Ripoll, Juan Bañuls Tur, Félix de la Cometa... Entre todos los vecinos arreglábamos las partidas y la apuesta típica de aquellos tiempos era de una peseta. A veces se preparaban grandes partidas por lo que el valor subía a cinco reales. La siguiente generación que yo recuerde la formaban Jaumet de la Cometa, los hermanos Tur, Bernat de la viuda, mi hijo Pepe y varios más. Todos estos últimos nos jugábamos la bonita suma de tres pesetas y no se rían ustedes que era prácticamente el jornal de un día de Trabajo. Como digo yo, eran otros tiempos.
Plano de la villa de 1745 en el que con la letra F está marcado un trinquete-En la otra imagen, el lugar cuya denominación ha llegado hasta nuestros días. A este respecto queremos poner en valor el artículo sobre la pelota valenciana escrito por el cronista Pedro Pastor Pastor en su obra Calpe, Gentes y Hechos publicado en 1994 y que nos narra una época perdida en el tiempo: El trabajo de Pastor hoy sería imposible de realizar al haber desaparecido todos los testimonios. Si nos remontamos unos 70/80 años atrás, hemos de asegurar que los espectáculos deportivos mayoritarios sin duda alguna eran “les partides de pilota” -partidas de pelota- que tenían lugar en Calpe al igual que en la mayoría de los pueblos de la región valenciana, pero no al raspot o raspall, sino l'aire. Y aunque someramente, se describe a continuación un detalle de este juego. Existían varias modalidades de saque, aunque las que privaban eran traure de palma, y de bragueta. Ya de menos importancia eran la perxa esquerre, de bò y mandró y más remotamente, a la banca que consistía en rebotar la pelota sobre una mesa antes de lanzarla. Un gran gentío acudía a presenciar aquellas famosas partidas, disputadas generalmente en domingo por la tarde o festivos, aunque es cierto que también se celebraban de vez en cuando en un día laborable si la importancia de la contienda lo requería. Y no solamente eran presenciadas por hombres. Existía gran número de mujeres a las que les encantaba el espectáculo, que, a decir verdad, era maravilloso. Los dos sistemas o modalidades de más importancia se jugaban generalmente en la calle Mayor, y en el “Carrer de Baix”,- San José- y algunas otras veces, aunque menos, en la de la Ermita, del Mar y del Calvario, hoy José Antonio: la gente se colocaba en las aceras o portales de determinadas zonas, siempre atenta a las jugada, no sólo por gozar de ver la destreza y la técnica de aquellos hombres en este deporte, sino también para evitar alguna pilotá, por lo dañoso y hasta peligroso que resultaba algunas veces. Han existido en Calpe algunos “ pilotaris” de prestigio, de los que se citan algunos de los que se consideraron más populares, no solamente en la localidad, sino también entre los pueblos de nuestro entorno comarcal, entre los años del primer tercio de nuestro siglo (XX) “Toni el Sargento”-Antonio Ferrer Crespo-, “Sinto Quicales” -Jacinto Santacreu Moragues-,”El Bollo”-Bautista Catalá Ortolá-, “Toni Sendra”-Antonio Mulet Ferrer-, “El Puchero”-José Santana Barber- y más remotamente, “Paco Xocolate”-Francisco Ferrer Perles-, “Joan del Conill”-Juan Martí-,”Tomás de Alcalalí”-Tomás Mestre-,”El pintat de la Tura”, cuyos nombre y apellidos no ha sido posible averiguar, y “Toni Estrela”- Antonio Mulet Barber-. Igualmente fueron bastante famosos en la década del cuarenta, Ramón de Roca-Ramón Perles Ivars-y Vicentet del Calvo-Vicente Bordes Pastor-. Y entre los que sucedieron a estos “ases” debemos destacar a Casanova -José Pineda Solivelles-.
Grandes pelotaris de Calp y forasteros con el alcalde Antonio García Sapena Cuando los encuentros importantes tenían lugar en la calle Mayor- lo más corriente-, el saque “de palma” o “bragueta”, se realizaba desde casi el comienzo de la misma, por su parte interior, o sea, lindante con la del Stmo, Cristo, y como eran tres y hasta cuatro jugadores por bando, el último de la parte contraria o del resto, se situaba casi al final de la parte opuesta de la mencionada calle, lindante con la plaza de Beltrán. La pelota la desplazaban estos hombres del saque a increíble distancia y velocidad. Conviene destacar que como dicha calle es algo curva, la bola atravesaba por el aire la casa de la Tì Antonia, situada en el centro de aquella, yendo a parar al final de la calle. Cuando el desafío tenía como base únicamente el amor propio y noble exhibición de los contendientes, que es cuando se veía su máximo esfuerzo y ética deportiva, estas competiciones resultaban un maravilloso espectáculo, pero si existían -afortunadamente en este pueblo no solía ocurrir-, intereses de terceros que incidían en dicho amor propio y deportividad de los protagonistas y por tanto en el resultado lógico de la partida, ésta disminuía el interés para el espectador. Podía ocurrir lo que se llamaba fer la pala, hoy en día “tongo” o trampa. Este fenómeno se daba con más frecuencia en los trinquetes y partidas de feria. En algunas de las importantes partidas que tenían lugar en aquellos tiempos, formaban parte, mezclados con los calpinos, algunos jugadores de otros pueblos de la comarca, todos ellos bastante famosos. Existían algunos intermediarios que se ocupaban de organizar estas lides.
Importante partida de pelota en la antigua calle del Mar y un momento de otra partida en el mismo lugar Las pelotas que entonces se usaban eran de dos clases: les pilotes de vaqueta fabricadas a base de piel de ternera, a mano, de color negro o muy oscuro, y les de pell, de color más claro, más grandes y relativamente blandas. Estos hombres usaban guantes adecuados para ello, del mismo material, a fin de evitar molestas y hasta dolorosas hinchazones en la palma de la mano. Sobre la mitad de lo largo del terreno de juego aproximadamente, se trazaba una raya en el suelo, atravesando la calzada, que se denominaba “falta”. Y en uno de los extremos de dicha línea se colocaba el home bò- hombre bueno- de la partida. Era el que cantaba en alta voz si la jugada era buena o mala, en cuanto si el bote de la pelota al saque había o no traspasado la mencionada línea de la “falta”. En este último supuesto era quince para el resto. Y si en alguna ocasión-raras veces-, tenía dudas para actuar sobre ello, consultaba con el público en alta voz: “Cavallers, ¿falta o bona?”. Y los jugadores aceptaban el veredicto del público. Anecdóticamente procede indicar que una mujer que habitaba en la calle Mayor, muy cerca del lugar del saque, solía contemplar las partidas y al ser consultada sobre el particular, ella emitía su juicio diciendo “falta!”, o “bona!”, y todo el mundo a callar. Era la Tì Vicenta Bernarda. En las partidas fuertes, al entrar los jugadores al terreno de juego, iban vestidos con pantalón y camiseta color blancos, distinguiéndose únicamente unos de otros por la faja que llevaban enrollada sobre la cintura, que de unos era roja y de los otros azul. Estos colores solían utilizarse para las apuestas que el marxador cantaba entre el público: “ Als blaus o als rotjos”. Aunque también solían cantar las apuestas diciendo: “Al saque o al resto”. La duración de una partida, era a priori, en función del número de jocs que se pactaban: 5, 6, 7 o más. Los puntos se denominaban- y aún siguen denominándose- quinçe, trenta y val – equivalente a cuarenta en otras zonas y en el tenis-, y joc. Cuando se igualaba a val, o a dos y para terminar el joc, se precisaba ganar dos puntos o quinces seguidos: Val i joc.
Calle Mayor en 1920 Calle de la Ermita en 1960 Generalmente en principio se pactaba a muntar i baixar- subir y bajar-, de tal forma que cuando se igualaba a jocs, se volvía a comenzar como si se dejasen sin efecto los ganados por unos y otros. Y si se prolongaba mucho la partida, se podía acordar al llegar a otro empate, “a morir”, o sea, a terminar la partida sin alargarla más. En algunas ocasiones se empataba tantas veces que, si no se pactaba esta última determinación, había que suspender el desafío y prorrogarlo para otro día. El inicio de cada juego se realizaba diciendo el primer jugador del bando que hacía el resto: Trau a lo que el saque respondía Va de bò, y lanzaba la pelota. Si el jugador que realizaba el saque era habilidoso y enviaba la pelota con extraordinaria fuerza, se decía que tenía media partida ganada. Y aquí en Calpe, entre los años cuarenta al sesenta, existía un saque extraordinario, que tenía fama no solo local, sino en los pueblos de la comarca. Era Batiste el Bollo- Bautista Catalá. Para cada partida existía forzosamente un marxador, dedicado a llevar la cuenta de la contienda y a colocar o quitar en su momento las ruedas de madera con que se señalaban les ratlles de la falta, que siempre eran como máximo dos. Y en las partidas importantes era auxiliado por otro marxador que se encargaba de las apuestas que jugaban los espectadores a favor de unos u otros. Lo que generalmente se conocía por travesses. Acaso, o casi seguro, que esta narración contenga algo o mucho de apasionamiento hacía estos recuerdos, pero no es menos cierto que todos aquellos que pasaron la barrera del medio siglo de vida, han de experimentar cierta nostalgia de aquellos tiempos en lo que concierne a estas costumbres pueblerinas, verdaderamente maravillosas. De la partida de la Cometa tenemos el testimonio de Bernat Banyuls i Sala en su obra La festa de fogueres a la Cometa de Calp. La pilota valenciana a les Cases de Torrat Como estamos relatando en este capítulo, la pelota valenciana era la actividad deportiva reina en nuestra comarca y también en la ciudad. Por tanto, y como no, en la partida de la Cometa. En las casas de Torrat no había domingo ni festivo que no se disputaron trepidantes partidas en la plaza. Intervenían los más jóvenes y veteranos que, aún en avanzada edad, seguían participando en las diferentes partidas que se arreglaban. Junto a ellos, la parte femenina del caserío les acompañaba con entretenidos comentarios mientras seguían las partidas. Ellas, desgraciadamente, todavía no habían traspasado el techo deportivo de esta modalidad y por tanto, acompañaban a las partidas entreteniendo el tiempo con los típicos juegos de mesa y el intercambio de las «últimas novedades» acaecidas en la pequeña sociedad rural. A los más jóvenes, aunque no nos dejaban meter mano, seguíamos (a nuestro modo) las vicisitudes del juego ayudando o entorpeciendo como acostumbra toda buena chiquillería. Nos resultaba, eso sí, bastante complicado conocer con detalle el reglamento. La tarea consistía en mover «rayas», entregar pelotas o, quizás lo más divertido, recogerlas o recuperarlas de los lugares más lejanos o inverosímiles. La chiquilleria tenía muy bien controlados algunos jugadores ( que sabiendo la potencia de sus brazos nos hacían correr a la búsqueda de las pelotas perdidas). Algunos de ellos, creíamos con mala fe, eran especialistas en dirigirlas a las chumberas, eras de alrededor o bancales y ríuraus lejanos. Pero antes de entrar en más detalles o anécdotas, mejor será que los describa cómo era la plaza de los Torrats donde se desarrollaban las partidas.
La casa Águeda y su plazoleta La Cometa, su ermita y el riurau Ésta era muy irregular. Pequeña y con ligera pendiente. Resulta casi imposible poder hacerse a la idea de que allí se disputaran memorables partidas. Pero así era hasta las últimas décadas del siglo veinte. Me gustaría avanzar que hoy en día resulta muy difícil (hasta para mí) hacerse una idea de cómo era el sitio de juego. Veré a continuación si puedo describirles la situación con cierta claridad. Imaginemos que la plaza es rectangular. Tendrá dos lados cortos (arriba y abajo) nombrados «rebotes» y dos laterales largos (derecha e izquierda) llamados murallas. En la parte de «arriba (o«dau») tenemos la masía de los Águeda con la gran portalada de entrada así como el pozo y unas pequeñas ventanas. A un lado, un gran pino (que sigue en la actualidad) ya la izquierda, el cup de pisar uva (desaparecido). La puerta de la masía siempre permanecía abierta y en el interior, algunas mujeres disfrutaban de las partidas o los hombres que no jugaban seguían las incidencias a resguardo. En la misma puerta solía colocarse un jugador (generalmente mayor) y éste solía ser, muchas veces, el tío Pepe Águeda que, con su estatura, cubría perfectamente «la portería». A la izquierda de la casa estaba el lagar, que era el lugar preferido de muchos para seguir el juego. Parecía como un palco o tribuna. Los más pequeños jugábamos en su interior resbalando por la pendiente donde se volcaban las uvas para ser pisadas. Allí estábamos protegidos de los pelotazos. A la derecha de la masía teníamos y tenemos. La era de los Torrat. Lugar de privilegio para seguir las vicisitudes del juego porque su desnivel sobre la plaza permitía seguirlo en toda la amplitud, evitar algunos pelotazos y seguir de un vistazo la dirección de muchas de ellas, que eran, seguidamente, perseguidas por los chiquillos. Esta altitud era muy útil también para controlar las pelotas que quedaban “colgadas” en alguno de los tejados de las casas. Aún hoy subsiste, como curiosidad, bajo los márgenes de la era, un pequeño vacío donde los chicos depositaban las pelotas de vaqueta que iban recuperando y que utilizaban después los jugadores que ofrecían el «servicio». Como en todo juego, es necesario «marcar un gol» o «anotarse un punto». El punto se llama «quince» y en la Cometa, para conseguirlo, había que colocar la pelota en el “cup”, en la ventana pequeña de la masía o “entrarla” en la portada de la casa. Fuera de estas situaciones, entraban en liza las rayas, que iban marcando el campo de cada equipo hasta forzar que alguno de ellos no pudiera devolver la pelota. Extracto de la narración que nos ofrece Bernat Banyuls en su obra. Andrés Ortolá Tomás Calp Enero de 2025

domingo, 11 de mayo de 2025

La historia no escrita de los Baños de la Reina

En el otoño de 1983, un grupo de amigos- en un principio unos pocos y entre ellos, el hoy Alcalde de Calpe Luis Serna- iniciamos un proyecto en común. La excavación de emergencia de algunos yacimientos calpinos. Al poco tiempo ya formábamos un nutrido grupo de entusiastas por todo lo concerniente a la historia de nuestra villa. Cabria decir que en aquellos tiempos el que suscribe estas líneas desempeñaba el cargo de Concejal Delegado de Cultura del consistorio calpino y como si el cargo me hubiera dado patente de corso, ni cortos ni perezosos, nos dirigimos unos cuantos a las tierras del Morelló donde sabíamos - por lo que habíamos leído- que allí existían ruinas romanas. En mis desplazamientos al Museo Arqueológico Provincial, dirigido en aquellos años por el eminente arqueólogo Enrique LLobregat, le había comunicado mis ganas de descubrir de una vez por todas lo que la arena de los alrededores del molino del Morelló guardaba celosamente en sus entrañas.
El molino y los Baños de la Reina en 1960 El señor Llobregat me pedía paciencia con el razonamiento de que lo mejor que le podía pasar a un yacimiento es seguir enterrado como la había estado durante casi 2000 años, hasta que manos expertas y por métodos científicos lo pusieran al descubierto. Puede que mis argumentos de que podía ser inminentemente destruido por el afán urbanizador de algunos propietarios le convenciera para que al menos en el conocido como Tosal del Cosentari nos dejara excavar y en el de los Baños de la Reina “no se diera por enterado” aunque naturalmente le manteníamos informado de los hallazgos más importantes. Recuerdo que le llevamos una moneda y un dado (de los de jugar) que se encontró mi esposa Dagma y el tomó nota de las medidas y de sus características y nos devolvió las piezas que hoy en día están expuestas en nuestro museo arqueológico. Obviamente, algunas de las personas que formaban el grupo tenían unos conocimientos bastante amplios de cómo hacer una excavación, digamos “seria” y no destructiva. Con ese bagaje y las herramientas adecuadas estuvimos varios fines de semana en el yacimiento, primero limpiando la gran cantidad de escombros que se habían vertido en el lugar y que se pueden apreciar claramente en las fotos que acompañan este artículo y en segundo lugar iniciando catas en varios lugares hasta encontrar los restos de los muros. Debo decir en honor a la verdad y pasados algunos años de esta aventura, que fuimos muy atrevidos al entrar en una propiedad privada a excavar un posible yacimiento arqueológico y por otra parte, los propietarios de los terrenos, o fueron muy prudentes o realmente lo que estaban es muy asustados de las posibles consecuencias que nuestra actuación les podría acarrear en un futuro. Puede que nuestra intervención fuera determinante para que uno de los propietarios vaciase completamente su solar sin que tuviéramos conocimiento del suceso hasta que fue demasiado tarde. Hecho que fue denunciado por mi en el pleno del Ayuntamiento del día 6 de Febrero de 1984. A partir de estas fechas se inicia un tira y afloja entre los propietarios y el Ayuntamiento.
Los Baños y la cantera de piedra tosca a principios del siglo XX Hechas estas consideraciones a las que podrimos conceptuar como parte de la historia más reciente del yacimiento, vamos a los hechos documentados. El día 8 de Octubre de 1970 la Comisaría General del Patrimonio Artístico Nacional envía al ayuntamiento de Calpe un oficio en el que se le comunica al Alcalde sobre el expediente que se ha incoado a favor de la declaración de Paraje Pintoresco a favor de Calpe y su peñón el cual incluye los Baños de la Reina. A requerimiento de la Dirección General de Bellas Artes el Ayuntamiento Pleno en sesión del 10 de Mayo de 1978 acuerda por unanimidad la protección de los Baños de la Reina y su zona de influencia y en el caso del yacimiento, la preceptiva realización de catas (lo que no siempre se cumple). Debido a que el plano enviado por la Dirección General de Bellas Artes era muy extenso (incluía desde el río hasta el Paradero de Ifach) el Concejal de Cultura del momento pide la delimitación exacta el día 16 de Marzo de 1981. Reiterados viajes de este Concejal a Alicante ante el Director del Museo Arqueológico Enrique Llobregat dan como resultado la remisión por parte de la Dirección Provincial el 17 de Octubre de 1983 de los nuevos planos de delimitación. En el pleno del 6 de Febrero de 1984 por parte del Concejal se insta a la Alcaldía a tomar medidas para proteger el yacimiento ya que en esos días una retroexcavadora estaba sacando arena sin ningún permiso.
Varios de los aficionados a la arqueologia El 20 de Marzo de 1984 la Concejalia de Cultura informa al Alcalde sobre los Baños y sugiere que convoque a los propietarios para que no puedan alegar ignorancia de lo que hay enterrado. El 31 de Marzo se convoca por escrito a los 9 propietarios de toda la zona de los Baños, personalmente el Concejal baja con ellos e in situ les expone la necesidad de proteger los posibles restos. Uno de ellos en su despacho le dijo textualmente “nos estamos jugando nuestro patrimonio y la verdad es para coger la escopeta ¡Yo no digo que vaya a hacerlo, pero es que estas jugando con todo mi patrimonio! Otro le dijo: Se que todo esto es cosa tuya me lo ha dicho el Alcalde y la prueba es que hoy te ha dejado solo. El 26 de Abril de 1984 y a instancias del Concejal, el Director General del Patrimonio se dirige al Ayuntamiento comunicándole la obligación de proteger las ruinas del Morelló El 7 de Junio de 1984 el mismo Concejal remite al Alcalde un escrito firmado por la directiva del Consell Municipal de Cultura por la instalación de un tobogán en la colina de la Montañeta y que estropeó parte del yacimiento. En el Pleno del 5 de Mayo de 1986 en el que se trató el proyecto definitivo de urbanización del Plan Parcial Nº1 el Concejal de Cultura incide nuevamente en la protección del yacimiento de los Baños de la Reina y que se realicen catas con el fin de saber las posibilidades del yacimiento. El concejal Francesc Morató expone que “es un poco desafortunado dejarlo sólo en este asunto y no le parece adecuado cargarle la responsabilidad de celebrar el sólo (Ortolá) una reunión con los afectados”.
Las tierras del Morelló fueron vaciadas de arena y rellenadas de escombros En 1986 se realizan por parte de los propietarios las primeras catas dirigidas por Lorenzo Abad y debidas en gran parte a las exigencias del Ayuntamiento. En 1987 se produce un cambio en la Corporación Municipal. A la nueva Alcaldesa el Concejal (ahora en la oposición) le expone su preocupación por las ruinas. El 23 de Enero de 1988 le comunica su intención desde la oposición de continuar defendiendo los Baños. El 8 de Febrero de 1988 se concede licencia de obra a los edificios Hernando I y II en las parcelas 40a y 40b. El 29 de Febrero se realiza una excavación de salvamento a cargo de la arqueóloga Feliciano Sala dando como resulta el hallazgo de diferentes estructuras. El 7 de Marzo y ya por escrito solicito a la Alcaldesa un informe sobre las medidas que piensa adoptar la nueva corporación con relación a este tema. No recibe respuesta alguna. A la vista de este hecho, en el pleno del 7 de Abril vuelve a preguntar sobre las medidas a adoptar para proteger el yacimiento y pido en varias ocasiones que antes de asfaltar el vial que va al molino se realicen catas ya que tenía la sospecha de que parte de los mosaicos o de las estructuras encontrados por Cavanilles en el siglo XVIII podrían estar allí.
A la izquierda, la Montanyeta y la playa del Madrar. A la derecha el Morelló y la salina en 1960 En el mes de Febrero de 1989 la Consellería se subroga el Plan General de Calpe al no tener el equipo de gobierno votos suficientes para su aprobación. En aquellos momentos el yacimiento de los Baños de la Reina se clasifica en el plan como Zona Verde y no como Especial Protección a pesar de la insistencia del mismo Concejal para que se cambiara. El 6 de Abril de 1989 Manuel Roura- Concejal responsable de Cultura del momento-solicita a la Consellería a instancias del Concejal Ortola (creo que ya estaba cansado de oírme y el Pleno anterior votaron en contra a mi petición) la redacción de un Plan de Especial Protección de los Baños. A partir de estos momentos arrancan- por fin- una serie de medias que nos han llevado en nuestros días a la plena protección del yacimiento arqueológico de los Baños de la Reina de Calpe. Y esta es la parte de historia que no consta en los libros, que también es historia aunque lo sea en minúsculas, desarrollada por personas sin títulos académicos en la materia, pero que actuaron con el corazón, con honestidad y lo más importante. En el momento justo. Andrés Ortolá Tomás

sábado, 10 de mayo de 2025

Juan Femenia Moragues

Juan Femenía Moragues Monaguillo ejemplar Para entender parte de esta historia, tenemos que trasladarnos a los años de la II república y la guerra civil española. Eran años en que la religión católica estaba muy perseguida: tomaremos como ejemplo la persecución y muerte del cura de Calp Francisco Sendra Ivars que regentó nuestra parroquia desde Diciembre de 1930 hasta el cuatro de Septiembre de 1936, día en que fue asesinado en la garganta de Gata por unos milicianos. Don Francisco fue un gran catequista, su habilidad para ganarse a la juventud era innata. En los primeros años contaba con tres monaguillos: Luciano Ivars Femenía, Mateo Pastor Zaragoza y Juan Guardiola Perles; más tarde creemos que incorporó a un jovencísimo Juan Femenia Moragues, la labor de estos fue durante la misa, ayudar en los cánticos, las lecturas y la distribución de la comunión. En algunos lugares se encargaban de limpiar y preparar la iglesia antes de las misas. También había monaguillos responsables de tocar las campanas para anunciar las celebraciones religiosas. A pesar de las dificultades, estos jóvenes desempeñaron un papel importante en la vida religiosa y comunitaria. Hoy queremos rescatar del olvido la vida de uno de estos jóvenes: Juan Femenía Moragues que con seis años ya estaba volcado en la vida de nuestra parroquia. Juan era servicial, responsable, cantaba y dibujaba muy bien. Tras la muerte del cura Francisco Sendra en Septiembre de 1936, en muchas ocasiones suplía al sacristán en los cantos en la misa y en los entierros, colocaba los ornamentos y ponía las formas en el copón. Durante los años 1936/39 la iglesia fue cerrada al culto y convertida en mercado de abastos, por esa razón, las misas se celebraban, en su gran mayoría, en la plaza de la villa por parte del capellán castrense el alférez Manuel Hurtado.
Fachada principal de la iglesia y casa abadía Juan había nacido el 15 de Abril de 1930, hijo de una familia muy humilde; su padre desde el inicio de la guerra se había quedado en paro y cuando faenaba, le pagaban con pescado y en ocasiones repartían con la familia y vecinos. Juan con seis años y a escondidas, llevaba algo de pescado a amiguitos necesitados. Con la consecuencia de que faltaba en su propia casa. Cuando terminó la guerra (1939) llega a Calpe un nuevo cura: Vicente Llopis Bertomeu oriundo de Teulada. Juan se ofreció para leerle los textos, rezar y se puso a su total disposición. Contaba ya con nueve años de edad, se convirtió en su mano derecha. En aquellos años de la posguerra había varias enfermedades, polio, tifus, cólera....y apenas medicinas. Juan débil y muy delgado por la falta de alimentos, ayudaba a Llopis a llevar comida a los más necesitados. En ocasiones, a las afueras del pueblo, iba solo y cargado por caminos muy difíciles, porque el sacerdote no podía ir y el obediente acudía a ayudar. Tenía entonces nueve y diez años. Con esa edad, poseía la llave para sacar el Cáliz y Sagradas formas del Sagrario. El cura no disponía de tiempo para asistir o atender a todas las personas que solicitaban sus servicios y en esos casos era Juan, que también sabía y acompañaba al sacerdote en todos sus desplazamientos, el que hacia estas funciones cuando este no podía. A veces había que enterrar en la madrugada, porque los cuerpos se descomponían y querían evitar contagios. Juan era acompañado por su madre Teresa para que no fuera solo a esas horas de la madrugada. Lo mismo sucedía con las bodas. Durante las fiestas patronales de Octubre de 1941, llegó un carrusel con caballitos. Juan nunca los había visto. Un joven de unos 17-18 años le pidió que le trajese vino, a cambio le daría un real. Juan que era muy servicial, y animado por sus amigos; con ese real podrían subirse todos en el carrusel. Juan fue a por la bebida. El pago que recibió fue una tremenda y brutal paliza.
El cura Vicente Llopis Bertomeu con sus acólitos: A la izquierda, Juan Femenía, delante de Juan, Francisco Boronat Ferrer, Jose Pastor Agulló y José Pastor Tomás.
La última imagen de Juan Femenía Moragues Paliza que le llevó a la muerte; Juan estuvo 20 días agonizando (estaba reventado por dentro) finalmente el día 4 de Noviembre deja de existir. La trágica muerte del monaguillo fue muy sentida por toda la población (Calp contaba con 2.240 habitantes) su entierro fue algo inusual, parecía una procesión; más de 12 coronas, de flores, olivo, laurel y ramas silvestres. El cura Llopis, muy afectado, avisó a sacerdotes de la comarca para que atendieran el entierro. La misa de funeral se celebró de Angelis y ornamentos blancos. Después de su muerte, el cura Llopis pidió permiso al Arzobispado de Valencia para publicar un pequeño librito con el título Florecilla del Sagrario. Este fue autorizado por la Vicaria General del Arzobispado en fecha 20 de Febrero de 1942. Entresacamos varios párrafos de este librito: días antes de su primera comunión escribió varias cartas al Niño Jesús del Sagrario que con sencillez encantadora depositaba junto a la misma puerta del Sagrario o entre los corporales.
Librito que fue editado en memoria de Juan Femenía Moragues.
Imagen de su primera Comunión
Pronto seré tu Sagrario niño Jesús, le decía en una de ellas. Quisiera hacer mi primera comunión y volar al cielo, decía en otra. No te apures, decía al niño Jesús en otra, que pronto entrarás y estarás con tu amiguito Juan. Durante su corta y dolorosa enfermedad, comulgó todos los días con el fervor de un ángel. Dos días antes de morir decía a su director: quisiera morir siendo niño, porque si llego a ser mayor no podré comulgar todos los días y...podría condenarme. Prudencio Melo y Alcalde. Arzobispo de Valencia concedió 100 días de indulgencia a “ todos los fieles que practiquen cualquier obra de religión, caridad o mortificación, en su sufragio del alma de Juan Femenía Moragues” Dado en Valencia a 11 de Noviembre de 1941.
Documentos del arzobispado autorizando las Indulgencias Después de la muerte de Juan, su familia se trasladó a vivir a Malaga. Como consecuencia de su atroz muerte, fueron muchas las casas de Calp en la que se colocó una foto de Juan en la entrada de la casa. Han pasado 83 años y hoy en día, Juan Femenía Moragues es el gran olvidado. Andrés Ortolá Tomás

Antiguos mataderos

MATADEROS EN CALP El documento más antiguo al que hemos tenido acceso es un pago a Juan Avargues vecino de Calp en el que recibe 10 reales vellón por “ haver pasado de exprofeso á los pueblos circumvecinos con Edictos llamando pastores para el abasto de carne a esta Villa. Calpe a 8 de Mayo de 1816”. A la vista de esta noticia podemos deducir que los ganados locales no producían la suficiente carne para las necesidades de nuestra población. Sin embargo, el cura de nuestra parroquia en 1777 informaba que el término de Calp “esta plantado de almendros, algarrobos y tierras de labor, con buen pasto para carneros, que es la carne más sabrosa de este reino”
Documento de busqueda de pastores 1816
En 10 de Marzo de 1838 tenemos un documento en el que: Por cincuenta y siete carneros muertos en esta villa en el año mil ochocientos treinta y siete, a cinco reales vellón cada uno: Doscientos ochenta y cinco R, vellón. Ignoramos en que lugar se realizaba la matanza, muy habitualmente, los particulares lo hacían en plena calle, a la puerta de la casa o en algún corral. En este mismo documento aparece el ganadero forastero Gregorio Bernabeu que paga al Ayuntamiento calpino 36 r.v. Por el herbaje de dos meses en el terreno inculto de esta villa. Siendo Alcalde de la villa Juan Ortiz y Crespo se inician las obras de un matadero que se instala en un descampado de la parte trasera de la iglesia, en el lugar que ocupaba un antiguo trinquete. Este matadero estuvo en funcionamiento hasta 1946 que se construye el nuevo en tierras de Joaquín Diego a las afueras del pueblo. Donde hoy está la Cruz Roja.
Pago al albañil José Yvars
Desglose de los gastos de construcción En Agosto de 1855 tenemos el primer pago al carpintero Juan Femenia por 150 reales vellón: Entendemos que es por esas fechas cuando se empiezan las obras y que a lo largo del siguiente año se rematan a tenor de los pagos a los diferentes profesionales que participan en la construcción. En el mes de Mayo de 1856 al herrero Pedro Jaime Carratalá “por las obras de cerrajería y herrería invertidas en el matadero de esta villa, 70 R,v. A Benito Bertomeu por el importe de siete cuadrones de 16 palmos y uno de 20 invertidos en el matadero..62,10 R.v. Al albañil Juan Yvars por los trabajos y materiales invertidos en el matadero público de esta villa. 370 R.v. El recibo que presenta el albañil Juan Yvars está desglosado como sigue:Por veinte y cuatro días de jornal a 10 reales diarios...240 reales Por veinte y cinco cahices de yeso a 4 r, cahiz....100 reales Por tres cargas de cal a 10 reales...30 reales. Total 370 reales Calpe a 6 de Mayo de 1856 Todos los pagos los ordena el depositario Bartolomé Crespo. Siendo secretario del Ayuntamiento José Sala. A finales del siglo XVIII el cura de Calp informaba que el término es "plantado de almendros,algarrobos y tierras de labor...con buen pasto para carneros, que es la carne más sabrosa de este reino" nuestras tierras sostenian gran número de ganados, sobre todo, de ricos de Benissa. A mediados del siglo XIX habian censados unas 6000 cabezas de ganado, entre carneros y cabrio, en el municipio de Benissa. En muchas casas de nuestra villa criaban alguna cabra, que se incorporaban cada día a ganados comunes, regresando cada atardecer, por si sola, al corral familiar. El Maco de Benissa tenía cabras en Ifach hasta que Vicente París Morlá compró el monte en 1917 y se vió obligado a sacarlos por el Barranquet que era el único lugar accesible antes de la construcción del túnel. Publica el periódico de Benissa el Centinela del Jueves 30 de Julio de 1908: solo en la partida rural de Pedramala hay tres rebaños de carneros, dos de estos apacentados por chiquillos de 10 ó de 11 años y como les falta criterio á su edad, hacen lo que quieren. Se refiere la noticia a la caza indiscriminada de jilgueros que a cientos estaban siendo capturados con redes ilegales en aquellos tiempos. En el año 1913 existían en Calp tres carnecerías: Miguel Ausina Oliver “Mola”, José Bertomeu Avargues “Benitet” y Antonio Marral. Las dos primeras; la de Mola en la calle Mayor y la de Benitet en la calle del Calvario. En el catastro de 1893 aparece José Marral propietario de una casa en la calle Mayor; José es vecino de Gandía. Podría ser familiar de Antonio Marral.
Comercios y comerciantes en Calp en 1813
Rebaño de cabras al final de la antigua calle del Hospital En la relación de ingresos que presenta Joaquin Sapena Narbó como administrador del arbitrio sobre los derechos del matadero en el año de 1914 y que desglosado por meses dice así: Enero..100 ptas. Febrero.. 99. Marzo..146. Abril..67. Mayo..50. Junio..40. Julio..51. Agosto..72. Septiembre..80. Octubre..128. Noviembre..59. Diciembre..73,50 pesetas. Total por derechos de matadero: 965,50 pesetas. Nos llama la atención que los meses en que coinciden con fiestas: Marzo con el Cristo y Corpus o Octubre con el Cristo del Sudor, las matanzas de carneros aumentan espectacularmente. Sin embargo, en los años 1918-19 la media de ingresos por el derecho de matadero, oscila entre 19 y 34 pesetas mensuales. Siendo alcalde la villa Bernardo Sala Rodrigo, el día 3 de Noviembre de 1946 se inicia el expediente para adquirir los terrenos de Joaquin Diego Bel-Lan, "Baexera". Rico terrateniente de origenes familiares en la población de Sueca y que conjuntamente con sus hermanas poseian importantes fincas en nuestra villa. El Ayuntamiento solo tenía que aportar el solar; La obra estaría a cargo del Gobierno Civil y del contratista del puerto pesquero, Manuel Berenguer. Se justifica la necesidad "para esta villa cada día en aumento de población, y sin control sanitario ni higíenico en el sacrificio de reses para abastos"
Matanza en un lugar indeterminado. Año 1930/40
Nuevo matadero en las afueras del pueblo El nuevo matadero iria enclavado en un descampado a la salida del pueblo; entre el cruce del camino al cementerio y el camino vecinal a la carretera nacional y a la estación del tren, en lo que hoy son los locales de la Cruz Roja. Finalmente Joaquin Diego, propietario del solar, lo cede gratuitamente y sin compensación alguna al Ayuntamiento. Finalizadas las obras en Febrero de 1949, el gobernador José Mª Paternina viene a Calp a inaugurar el nuevo matadero, las casas de los maestros y su busto en el parque de la Glorieta. En Octubre de 1949 se acuerda la adquisición "de un carro de transportes de carnes a mano, del matadero a las carnicerias locales, con las medidas reglamentarias sanitarias"
La villa de Calp en una imagen desde la ermita del Salvador a mediados de los años de 1950 En 1946 por matadero y deguello de reses 66 ptas. En Abril de 1946 por matadero, son 132 ptas. En Abril de 1951 por derechos de matadero son 120 pesetas. Diciembre de 1952; 125 ptas por derechos de matadero. En 1952 y a petición del delegado del Frente de Juventudes se ceden con caracter provisional los locales frontales del edificio del matadero. En Octubre de 1962 se realizan obras de consolidación en el nuevo matadero. En Marzo de 1966 se realizan nuevas obras de consolidación. A partir de esas fechas no tenemos constancia del sacrificio de reses en estas dependencias. Andrés Ortolá Tomás

La fuente de Ifach

Muchas de las personas que visitan el Parque Natural desconocen que a un centenar de metros más abajo del túnel que da acceso a la otra parte del monte, existe otra cavidad, artificialmente creada, cuya historia es la siguiente; corría la década de los años 20 del pasado siglo: una mañana de Domingo, el ganado de cabras que tenía el casero Andrés Ortolá Ivars estaban en un lugar muy pegado a la peña, era un espacio de umbría y de hierba fresca.
Situación de la fuente Picados por la curiosidad, el casero y sus hijos mayores Pepa y Andrés, se acercaron y vieron con sorpresa que manaban pequeños hilos de agua a través de las grietas de la peña, el casero mandó a su hijo a comunicar el descubrimiento al propietario Vicente París por si era de su interés. Este que había concertado los servicios de un taxi para ir al tren, decidió anular el viaje y al no haber teléfono para poder avisar al taxista, decidió mandar a Andrés para comunicar al taxista que no bajara desde Calp. Naturalmente el chico hizo el trayecto de ida y vuelta caminando.
Perno de sujeción del cable y primer muro de contención Una vez París en el lugar, ordeno limpiar los matorrales con el fin de despejar el terreno y tener una mejor idea de lo que había. Decidieron quemar las hierbas, con tan mala fortuna que al casero se le quemó el chaleco y lo que es peor, el tabaco del mes. Vicente París que encendía un puro detrás de otro, ni siquiera le ofreció a Andrés alguno de sus cigarros para mitigar el sufrimiento de un fumador empedernido.
Interior de la cueva Visto que los hilos que surgían de la peña podían convertirse en un buen manantial, decidieron construir una balsa sobre la pared de roca. Y más tarde, una balsa mayor y finalmente, un túnel de 22 metros de profundidad en el que trabajaron, el casero, su hijo Andrés, Quico “Forma” y Quico el “Solo” como barrenador. Una vez terminado quedó una balsa de 22 metros por dos metros de profundidad que en pocos meses estaba a rebosar. Ahora bien, el problema era conducir esa agua, pura y cristalina, hasta la casa de Vicente París. Pero, tenemos que esperar hasta la década de 1930 en que por fin se materializa la idea de llevar el agua a través de un tubo de plomo colgado de un cable, desde la fuente hasta un gran aljibe que se construye debajo del jardín de la casa París.
Desde el fondo Tarea difícil al tener que desplegar más de un kilómetros de cable de acero y tensarlo fuertemente para que pudiera soportar el peso de la tubería de plomo. Tubería que venía en rollos y que se fue desplegando y soldando a medida que acababan los rollos. Se encargó de la parte técnica el herrero recién llegado de Teulada José Vives Buigues ayudado de varios jornaleros. Este hombre tenía un taller en la playa del Racó, en lo que más tarde sería el puerto de abrigo de Calp. El cable y trozos del tubo estuvieron colgados hasta mediados de 1950. Hoy totalmente han desaparecido. Andrés Ortolá Tomás Nieto del casero y guarda del Peñón Fotos gentileza del Parque

Hornos de pan cocer

El comercio en los pueblos pequeños es un servicio básico y un bien comunitario. A pesar de su tamaño, estos pueblos desempeñan un papel crucial en la configuración geográfica del territorio. Hasta mediados del siglo XX, el mercado del pan era el más importante de los mercados de abastos. En el caso de Calp -la primera noticia que tenemos- nos la proporciona un acta municipal en la que el Ayuntamiento comunica a sus vecinos que saca a subasta la regalia del horno. Dice así: Josef Zaragoza escribano del Rey nuestro señor, del número y Juzgados y Ayuntamiento de la Villa de Calpe de donde soy vecino Doy fe y testimonio: Como segun escritura que pasó ante mí en el día once de Mayo del pasado año mil ochocientos diez y siete consta fue rematado el pilón de esta Villa a favor de Domingo Ortiz por cuarenta y cinco libras. Con otra escritura su fecha de nueve de Noviembre del mismo año resulta fue rematado el Peso y medida a favor de Pedro Garcelá por cien libras diez sueldos. Con otra escritura su fecha diez y nueve del mismo Noviembre consta fue rematada la primera tienda de comestibles de esta Villa a favor de Pedro Jayme Boronat por veinte libras diez sueldos. Con otra escritura de fecha dos de Diciembre del mismo año consta fue rematada la regalia de la panaderia a favor de Josef Roselló de Antonio por ochenta y seis libras. Los hornos se arrendaban por subasta a un hornero con la obligación de mantenerlo encendidon todos los días.Se prohibe en los hornos de pan cocer, el uso de combustibles procedente de maderas viejas pintadas y cualquier otro que pudiera ser nocivo para la salud.
Orden de 1818 en las que se subastan los comercios Con otra escritura bajo la misma fecha resulta fue rematada la segunda tienda de comestibles a favor de Francisco Thomás de Francisco por veintiocho libras la cual regalía haviendo sido pujada quedó rematada por el mismo Thomás en noventa libras segun otra escritura de fecha dos del mismo Diciembre consta que la regalia de la taverna fue rematada a favor del contenido Francisco Thomás de Francisco por setenta y una libras: cuyas cantidades devian satisfacerse todas en el presente año. También deve pagar este comun sesenta libras anuales por el derecho de pechas, y seis libras por el pasto de yervas comunes. Segun que todo es dever y resulta por las citadas escrituras y demas papeles de este Ayuntamiento que obran en la escrivania de mi cargo a que me refiero, y en fé de ello libro el presente que signo y firmo en Calpe a los dias del mes de Diciembre de mil ochocientos diez y ocho años. Nuevamente, el señor Martín Briet certifica que el día 20 de Noviembre de 1836 fue tomada la panadería a nombre de Tomás de Benito por seiscientos dos reales y doce marevedies. Parece ser que el señor territorial tenia el pleno derecho a recibir una renta por el horno de pan cocer, la carneceria o la taberna. En la villa de Calp habían dos tiendas de comestibles y el día señalado para el mercado público era los domingos. El Marqués de Ariza ejercia las regalias de los comercios con mano dura, así como las peytas. Las peytas era un impuesto especifico que formaba parte de las contribuciones y cargas que los habitantes de Calp debian pagar al señor feudal por los derechos que estos poseian sobre los siervos y campesinos que vivian en sus tierras. En 1840 se subastan las regalias de las dos tiendas, la taberna y el horno por un año. Creemos que se trata del horno de la calle de la Virgen de las Nieves que estaba dentro del primitivo recinto de la ciudadela. En 1860 se subasta el horno de la calle de la Virgen de las Nieves de propios. Es adquirido por José Zaragoza Thous. Desde antiguo es explotado por concurso anual. De los hornos existentes antiguamente, solo tenemos constancia del situado en el centro de la villa. Concretamente, el que se subasta en 1860, que se venía subastando anualmente y que pertenecía a los propios de la población. En el censo electoral de 1899 hay un vecino de la calle Campanario, Juan Bautista Capó Rodriguez de 31 años de edad y profesión panadero.
Horno de la calle Puchalt El otro que ha llegado casi a nuestros días es el de la calle Puchalt: sabemos que en el Censo de viviendas de 1893 el horno de Puchalt 18 era propiedad del cacique local Pedro García Mulet “Señoret” Alcalde de la villa y padre de Pedro García Ortiz que casó con la madre de la senyoreta Amparitos. No es hasta 1955 en que lo regenta la familia de Vicente Roselló Pineda de Teulada de 59 años conjuntamente con su esposa Balbina Nadal Berenguer de 50 y su hija Teresa Roselló Nadal de 30. Aunque testimonios de los más mayores situan la llegada de Vicente a finales de los años 40. Todos le conocian como el mestre panader. Fue muy popular al vender el pan y dulces con una gran cesta por las calles del pueblo. Al fallecer, en 1967, se hace cargo del horno el vecino Juan Ausina Catalá “Juanito Mola” panadero de profesión que regenta la panaderia hasta 1979, fecha en la que cerró definitivamente.
Horno de Vicenta y su padre en documentación de 1938 A finales de la década de 1910 se instalan en Calp la pareja de recien casados José Argudo Ivars y Vicenta María Tur Buigues; José nacido en Benissa y Vicenta de la vecina población de Teulada, ambos montan un horno-pastelería en la calle Campanario, muy cerca de la Plaza del mercado; al poco tiempo se trasladan a la calle del Calvario. En un principio, la única maquina de la que disponian era un artilugio que se llamaba “malacate” movido por un burrito. Al tiempo, pasaron al gas-oil que les proporcionaban las barcas de pesca. Marzo de 1918 nace su hija Vicenta Argudo Tur, alma mater años más tarde de la panadería: con solo 12 años ya estaba en el horno moviendo leña o sacos de harina, que en aquellos años tenían 100 kilos. Vicenta nos contó que en una ocasión; el cura Vicente Llopis la expulsó de la iglesia por que Vicenta fue a la misa vespertina de los hombres -ella no podía ir a otras horas- pues estaba trabajando. En 28 de Abril de 1943 Vicenta caso con Juan Martinez Montaner “Joan de Persic” peluquero, nativo y vecino de Calp. Ambos no tuvieron descendencia.
La antigua calle de Alicante y la calle Mayor en 1910 El siguiente horno de pan cocer se instala a principios de la década de los años veinte en la antigua calle de Alicante era conocido como el “Forn de Pepe y Vicenta” que recien casados se establecieron en nuestra villa en aquellos años. Poco tiempo más tarde trasladaron su negocio a la más dinámica calle Mayor. En 1928 lo traspasan a Eugenio Sala Catalá, conocido por “Eugenio Porró” de Benisa y este, en 1933, a Consuelo Catalá Baydal, tía suya y madre de Juanito “Mola” el del horno de Puchalt. La familia de Consuelo regento esta industria durante décadas, conocido como el Forn de Mola. Un horno de nueva planta se instala – en 1963- en la calle del Generalísimo (muy cerca de la plaza del Mosquit) es José Santamaria Santamaria casado con la calpina Vicenta Sala Ivars los que regentan este establecimiento que más tarde traspasan a Eliseo Cuenca Payá y que a su vez traspasa a Manuel Perez Collado vecino de Sagunto. Este horno cesa su actividad en 1982. Andrés Ortolá Tomás