sábado, 10 de mayo de 2025
Juan Femenia Moragues
Juan Femenía Moragues
Monaguillo ejemplar
Para entender parte de esta historia, tenemos que trasladarnos a los años de la II república y la guerra civil española. Eran años en que la religión católica estaba muy perseguida: tomaremos como ejemplo la persecución y muerte del cura de Calp Francisco Sendra Ivars que regentó nuestra parroquia desde Diciembre de 1930 hasta el cuatro de Septiembre de 1936, día en que fue asesinado en la garganta de Gata por unos milicianos.
Don Francisco fue un gran catequista, su habilidad para ganarse a la juventud era innata. En los primeros años contaba con tres monaguillos: Luciano Ivars Femenía, Mateo Pastor Zaragoza y Juan Guardiola Perles; más tarde creemos que incorporó a un jovencísimo Juan Femenia Moragues, la labor de estos fue durante la misa, ayudar en los cánticos, las lecturas y la distribución de la comunión. En algunos lugares se encargaban de limpiar y preparar la iglesia antes de las misas. También había monaguillos responsables de tocar las campanas para anunciar las celebraciones religiosas.
A pesar de las dificultades, estos jóvenes desempeñaron un papel importante en la vida religiosa y comunitaria.
Hoy queremos rescatar del olvido la vida de uno de estos jóvenes: Juan Femenía Moragues que con seis años ya estaba volcado en la vida de nuestra parroquia. Juan era servicial, responsable, cantaba y dibujaba muy bien. Tras la muerte del cura Francisco Sendra en Septiembre de 1936, en muchas ocasiones suplía al sacristán en los cantos en la misa y en los entierros, colocaba los ornamentos y ponía las formas en el copón. Durante los años 1936/39 la iglesia fue cerrada al culto y convertida en mercado de abastos, por esa razón, las misas se celebraban, en su gran mayoría, en la plaza de la villa por parte del capellán castrense el alférez Manuel Hurtado.
Fachada principal de la iglesia y casa abadía
Juan había nacido el 15 de Abril de 1930, hijo de una familia muy humilde; su padre desde el inicio de la guerra se había quedado en paro y cuando faenaba, le pagaban con pescado y en ocasiones repartían con la familia y vecinos. Juan con seis años y a escondidas, llevaba algo de pescado a amiguitos necesitados. Con la consecuencia de que faltaba en su propia casa.
Cuando terminó la guerra (1939) llega a Calpe un nuevo cura: Vicente Llopis Bertomeu oriundo de Teulada. Juan se ofreció para leerle los textos, rezar y se puso a su total disposición. Contaba ya con nueve años de edad, se convirtió en su mano derecha. En aquellos años de la posguerra había varias enfermedades, polio, tifus, cólera....y apenas medicinas. Juan débil y muy delgado por la falta de alimentos, ayudaba a Llopis a llevar comida a los más necesitados. En ocasiones, a las afueras del pueblo, iba solo y cargado por caminos muy difíciles, porque el sacerdote no podía ir y el obediente acudía a ayudar. Tenía entonces nueve y diez años. Con esa edad, poseía la llave para sacar el Cáliz y Sagradas formas del Sagrario.
El cura no disponía de tiempo para asistir o atender a todas las personas que solicitaban sus servicios y en esos casos era Juan, que también sabía y acompañaba al sacerdote en todos sus desplazamientos, el que hacia estas funciones cuando este no podía. A veces había que enterrar en la madrugada, porque los cuerpos se descomponían y querían evitar contagios. Juan era acompañado por su madre Teresa para que no fuera solo a esas horas de la madrugada. Lo mismo sucedía con las bodas.
Durante las fiestas patronales de Octubre de 1941, llegó un carrusel con caballitos. Juan nunca los había visto. Un joven de unos 17-18 años le pidió que le trajese vino, a cambio le daría un real. Juan que era muy servicial, y animado por sus amigos; con ese real podrían subirse todos en el carrusel. Juan fue a por la bebida. El pago que recibió fue una tremenda y brutal paliza.
El cura Vicente Llopis Bertomeu con sus acólitos:
A la izquierda, Juan Femenía, delante de Juan, Francisco Boronat Ferrer, Jose Pastor Agulló y José Pastor Tomás.
La última imagen de Juan Femenía Moragues
Paliza que le llevó a la muerte; Juan estuvo 20 días agonizando (estaba reventado por dentro) finalmente el día 4 de Noviembre deja de existir.
La trágica muerte del monaguillo fue muy sentida por toda la población (Calp contaba con 2.240 habitantes) su entierro fue algo inusual, parecía una procesión; más de 12 coronas, de flores, olivo, laurel y ramas silvestres. El cura Llopis, muy afectado, avisó a sacerdotes de la comarca para que atendieran el entierro. La misa de funeral se celebró de Angelis y ornamentos blancos.
Después de su muerte, el cura Llopis pidió permiso al Arzobispado de Valencia para publicar un pequeño librito con el título Florecilla del Sagrario. Este fue autorizado por la Vicaria General del Arzobispado en fecha 20 de Febrero de 1942. Entresacamos varios párrafos de este librito: días antes de su primera comunión escribió varias cartas al Niño Jesús del Sagrario que con sencillez encantadora depositaba junto a la misma puerta del Sagrario o entre los corporales.
Librito que fue editado en memoria de Juan Femenía Moragues.
Imagen de su primera Comunión
Pronto seré tu Sagrario niño Jesús, le decía en una de ellas. Quisiera hacer mi primera comunión y volar al cielo, decía en otra. No te apures, decía al niño Jesús en otra, que pronto entrarás y estarás con tu amiguito Juan.
Durante su corta y dolorosa enfermedad, comulgó todos los días con el fervor de un ángel.
Dos días antes de morir decía a su director: quisiera morir siendo niño, porque si llego a ser mayor no podré comulgar todos los días y...podría condenarme.
Prudencio Melo y Alcalde. Arzobispo de Valencia concedió 100 días de indulgencia a “ todos los fieles que practiquen cualquier obra de religión, caridad o mortificación, en su sufragio del alma de Juan Femenía Moragues”
Dado en Valencia a 11 de Noviembre de 1941.
Documentos del arzobispado autorizando las Indulgencias
Después de la muerte de Juan, su familia se trasladó a vivir a Malaga. Como consecuencia de su atroz muerte, fueron muchas las casas de Calp en la que se colocó una foto de Juan en la entrada de la casa. Han pasado 83 años y hoy en día, Juan Femenía Moragues es el gran olvidado.
Andrés Ortolá Tomás
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